viernes, 7 de octubre de 2016

A buen entendedor pocas palabras faltan.

Todo se reduce al sexo. Al sexo y a los tíos buenos, claro.

Según un estudio los heteros piensan cada 28 segundos en el sexo... los gays cada 9. Y es que es así, piensas en salir de fiesta, ligar, follar o hacer el amor y después ver si se va a quedar para algo más o no. Y así son todas las discotecas de ambiente de Madrid. Así que allí me encontraba yo, con mi culo pegado a la barra con una copa en la mano que me había invitado un cachas con purpurina en los pezones y mi gran amiga. 

Ambos estábamos de cacería, difícil para ella más fácil para mí. Aún así, nos quedábamos boquiabiertos, algo nada recomendable en zonas peligrosas como PK2, cuando vimos pasar al tío diez. Sin embargo, el tío diez, había sido superado por el tío once, y el tío doce que seguía tras él. Aquello parecía un partido de tenis. Pero cuando por fin me di cuenta de que alguien de entre todo el gentío estaba clavando (no penséis mal) su mirada en mí, me dejé llevar. ¿Por qué no? Iba ganando tres a dos a mi amiga, así que estaba claro quien iba a ganar. Era un tío... bueno, que digo un tío, un hombre, con un culo perfectamente cincelado. Estaba perdido. No se si eran las luces de colores, el alcohol o qué, pero no paraba de preguntarme ¿debía mandarle a la mierda o desistir de mi represión e ir a su casa a demostrarle mis ganas de romper con la sequía? Así que puse en marcha el modo medusa, y me dejé llevar a ver dónde me llevaba. Y efectivamente, a algo totalmente placentero. No, no terminó empotrándome contra la pared de gotelé de su casa, si no que lo único que hicimos fue besarnos. Sí. En todos los rincones de la discoteca, pero solo besarnos. Y no porque yo le dijera que no iba a ir más allá. Si no porque el no paraba de decirme que disfrutaba así, sintiendo que alguien quería besarle y ya esta. A ver, no nos engañemos, los dos estábamos más empalmados que otra cosa, pero él sentía que era parte de algo. Suena romanticón eh. Yo tampoco lo entendía. Un tío, de metro ochenta, cachas, sin camiseta, con unos vaqueros que apenas dejaban que la sangre circulara correctamente diciéndome que se sentía parte de algo...

Estaba rompiendo con los estereotipos, y eso me gustaba. Vamos a ver, me sentía como cuando una tía dice haber cambiado de acera a un gay, con esa ilusión. Pero fue entonces cuando paré. Estaba juzgando a alguien por lo que se veía por fuera. ¡Yo! El que siempre exige que se le conozca antes de que cualquiera gire la mirada con desprecio. Y me di cuenta. Desde que había entrado en la discoteca, en lugar de pasármelo bien y disfrutar, sólo había estado haciendo lo que más odiaba de los demás, ponerle etiquetas a todo aquello que se moviera o bailara de cierta manera. ¿El juzgado se había convertido en juez? ¿Desde cuando? Así que después de haberle hecho eso a aquel tiarrón, (y muy a mi pesar...) deje de besarle, agarré a mi amiga y nos fuimos a casa. No sé si Mister Cachas entendería algo pero su sonrisa de agradecimiento lo dijo todo.


viernes, 30 de septiembre de 2016

Just do it.

El cerebro humano está programado para usar etiquetas. Para enfrentarse al entorno siempre han sido un instrumento útil. ¿Tiene plumas, alas, pico y vuela? Es un pájaro. ¿Tiene cuatro patas, pelo y ladra? Es un perro. ¿Tiene un tronco de madera y hojas? Es un árbol. No importa lo distintos que sean cada pájaro, cada perro y cada árbol, siempre sabremos distinguir uno. Pero cuando se trata de comportamientos sociales este instrumento empieza a fallar. Si un hombre mueve mucho las manos al hablar, hace muchos gestos corporales, no le gustan los deportes, habla con un tono muy suave, se acicala mucho y, en general, adopta comportamientos femeninos, ¿entonces es necesariamente gay? La experiencia nos demuestra todo lo contrario. Ahí tenemos hombres heterosexuales como Mario Vaquerizo. Que no es gay, por mucho que nuestro sistema de etiquetas se empeñe en lo contrario. O el cantante Raphael. O Secun de la Rosa. O Robbie Williams, que afirmó ser medio gay porque le gustaban los musicales. Pero que seguía siendo hetero. Ahí tenemos a todos los metrosexuales del mundo. Una cosa es el modo de comportarse, o de actuar, y otra muy distinta la atracción sexual que podamos sentir por uno u otro sexo. O por ambos.

La palabra clave es la pluma. Se entiende que un hombre gay debe tener pluma. Pero, ¿qué implica realmente la pluma? Es muy útil la definición de la RAE: “Afeminamiento en el habla o los gestos de un varón”. No pone nada de que le gusten los hombres o las mujeres. La pluma denota solo un modo de comportarse, un tic que ha quedado asociado a los hombres gays y que incluso dentro del ambiente tiene sus detractores. Un hombre tiene que ser masculino, un poco rudo, enérgico, seco, amante de los deportes, de la adrelina… y heterosexual. Otro error que queda desmentido día a día.

Dentro del mundo gay muchos buscan hombres sin pluma. En el mundo anglosajón la diferencia queda mucho más patente. ‘Straight acting’, que se comporta como un hetero. Una etiqueta que acompaña a muchos perfiles de hombres gays en sitios de citas y que ha abierto no pocos debates entre la comunidad gay. ¿No es contradictorio un hombre que actúa como un hetero y que prefiere, y le gusta, acostarse con hombres y no con mujeres? ¿Habrá algo más gay que sentir atracción sexual solamente por los hombres? Es la misma idea que asocia ser un macho con penetrar y ser femenino con ser penetrado y que todavía se da mucho. La palabra gay y la palabra hetero deberían quedar desligadas de los estereotipos. Al final tan hombre es el sarasa que gesticula y derrocha pluma como el machote deportista y enérgico. Solo son hombres distintos.


viernes, 23 de septiembre de 2016

Si y no.

Alma Gemela, dos pequeñas palabras, un gran concepto.

Si hay algo que puede hacer una ciudad medianamente grande como Madrid, es darte la posibilidad de encontrarla. Y no es más que la creencia de que alguien en algún lugar, sostiene la llave de tu corazón y la casa de tus sueños. Muchos hablan de ella, otros la conocen, y a otros les resbala la idea. "Solo tienes que encontrarlo". Qué fácil es decirlo. Si sólo tienes que encontrarlo, ¿dónde está esa persona? ¿Por dónde empezamos a buscarla? ¿Hay una persona allá afuera esperando para completarnos? Si es así, no termino yo de creer en esto. Quizás es que no me doy cuenta de lo que me dicen los ojos del de enfrente. No sé a vosotros, pero a mí estas cosas me las tienen que explicar con una diapositiva, con manzanas y aún así, no terminaría de creérmelo.

Muchos confirman haberla encontrado, y casualmente son éstas personas las que o más tarde, o más temprano, terminan la relación. Les comenté esta idea a mis amigas, y puede que el problema resida en anunciar la presencia de este algo en nuestras relaciones. Yo no paraba de preguntarme si era el miedo a decir en alto lo que creemos en realidad o si era valor de querer guardar para nosotros lo que, aparentemente deberíamos compartir. A pesar de todo, sigue habiendo un problema; y si amaste a alguien y no funcionó ¿significa eso que no era tu alma gemela? ¿O era sólo el subcampeón del gran programa de concursos llamado “Por siempre felices”? Y si no la encuentras, ¿quiere eso decir que eres una persona incompleta? Lo malo de la única alma gemela es que es tan inalcanzable que tiene que fallar y te sientes mal sobre ti mismo y eso hace que la brecha entre el Santo Grial y los idiotas sea aún más grande. Prefiero pensar que tenemos más de un alma gemela y que si pierdes uno, llegará otro... como los autobuses.

Sin embargo, es posible que la mala creencia de una única alma gemela se encuentre en unas preguntas mal formuladas. Ayer, paseando por los bares de las calles de Madrid, mis amigas y yo tuvimos cierto percance que hizo que me replanteara muchas cosas. ¿Y si mi alma gemela no es un hombre que pueda darme su felicidad y simplemente es la amiga que te apoya y llora contigo dentro del baño de su casa con el grifo abierto? ¿Es posible que todos estos años, que todas las anteriores mujeres y hombres de la historia hayan buscado su alma gemela en un lugar que no era el correcto? Si es así, entonces me tendré que plantear ésta idea furtiva de dos personas que encajan en colores y valores. Y que no existe una persona especial en el mundo, si no que todos somos totalmente diferente y lo que uno te da, te lo quita otro y así sucesivamente. 

Si que es verdad que ven antes los de fuera el humo, que los de dentro las llamas. Así que, si ya dejaba de creer en hombres capaces de formar parte de mi vida, me he dado cuenta de que soy más feliz así, soltero, con la resaca de ayer por la noche, sin dejar de pensar en mi alma gemela; de que todos somos quienes somos por lo que hacemos y decimos, y que una fiesta con amigas un poco pedo son las mejores fiestas que se pueden tener. 

viernes, 16 de septiembre de 2016

Presente perfecto.

Anoche me puse a pensar en las relaciones y el tiempo, es decir, en las relaciones y su conexión con el pasado, presente y futuro. Llegado cierto momento, todas y todos hemos acumulado cierto número de relaciones que están muy lejos de ser un Pretérito Perfecto pero, ¿cómo influyen esas relaciones en tu deseo de un Futuro Perfecto? ¿Se puede llegar a un FUTURO teniendo PRESENTE el PASADO? 

Cuando tienes una nueva relación pasas del coqueteo al sexo, y del sexo, al coqueteo. Se hablan millones de cosas a lo largo de una relación pero hay un tema algo escabroso difícil de tratar; los ex.¿Cuando es útil hablar de las relaciones pasadas? ¿Cuanto antes mejor ó cuanto después mejor… ó mejor aún, cuanto nunca mejor? Él tiene un pasado y tú también pero, ¿el pasado tiene que estar en el presente? Algunas personas creen que si sabes por lo que ha pasado, sabrás lo que te llevas. Dicho de otro modo, te aseguras y reafirmas que te ha tocado el gordo de la lotería o el "sigue buscando" de los Rasca y gana. Sin embargo, ¿no es en la confianza donde reside el primer pilar de una relación? Si ya contamos con ventaja, no tiene sentido seguir jugando. Es como si supiéramos quién es el asesino antes de terminar "Asesinato en el Orient Express". Es por eso que me pregunto si averiguar por qué no funcionó en su última relación ayudará al futuro de la tuya ó simplemente, es mejor pasar de eso y empezar de cero. Muchas de mis amigas dicen que te toma la mitad del tiempo que estuviste con alguien el superarlo, y a mí, personalmente me encanta una buena solución matemática a los problemas amorosos. Aunque es irónico darle una solución semejante a algo que es tan discreto como la magia y tan oculto como la otra cara de la Luna.

No obstante, reuniéndome con mis amigas en el bar de siempre, innovando en sabores nuevos de té y música del top 50, había algo de lo que aún no habíamos hablado. Ellas han tenido relaciones, y tanto como han dejado, han sido dejadas pero en todo momento siempre resurgía la misma pregunta. ¿Debemos superar a un ex en una forma lenta y dolorosa, sentirnos mal, llorar con las amigas y luego repetir lo que odiábamos de esa persona una y otra vez en la cabeza todo el día hasta superar la ruptura? ¿Ó debemos simplemente olvidar las perdidas e ignorar todos los malos sentimientos y volver al juego? Puede que un nuevo corte de pelo sea una de las posibles soluciones, aunque dudo que las tijeras de mi peluquero Jorge sepan cortar de raíz mis problemas sentimentales. Y además, en un mundo donde dejarnos el uno al otro parece volverse más y más frecuente, ¿cuáles son las reglas de la ruptura? Es por eso que inventé mis propias reglas.

1) Rompe todas las fotos en donde él o ella se vea extremadamente sexy y tu te veas feliz.

2) Luce siempre tu mejor vestimenta en caso de que te lo encuentres por ahí.

3) Nunca dejes de pensar en él o ella, porque en ese momento aparecerá.

4) Hasta estabilizarte emocionalmente, no entres en tiendas como ZARA.

5) Y, por último, la más importante regla de la ruptura, no importa quién te haya roto el corazón, ni cuánto tarde en sanar, nunca lo superarás sin tus amigas.

viernes, 9 de septiembre de 2016

El arte de la desesperación.

Mientras termino de ver, desde mi nueva habitación, cómo el vecino de enfrente cuelga la ropa en el tendedero, no paro de pensar en lo curiosa que fue la noche del jueves de ayer. Después de llevar ya por Madrid unos cuantos días, las ganas de salir por mi barrio favorito subían como la espuma. Estaba preparado para todo, o eso pensaba yo. Zapatilla cómoda en mano, y con las ganas de encontrar a un chico lo bastante decente como para liarme con él metidas en el bolsillo, salía dispuesto a matar. A la vigésima trigésima segunda vez, digo yo, que encontraré al chico de armadura plateada y ojos de verdad. 

Acompañado de mi buena amiga de farra, la noche empezó calentita con un par de chupitos con nombres de personajes de Juego de Tronos, y palomitas en un bol. La noche preparaba para mí algo digno de ser observado... todo muy irónico. Así pues como alma que lleva el diablo nos plantamos en nuestro bar favorito como si el ayuntamiento nos hubiera puesto allí y lo vi. Era EL chico. Muy parecido a cierto "amigo" que me hizo pupita en el corazón pero que no tenía nada que envidiarle. Ojos de un marrón dispuesto a sonreír y una nariz que bueno, no soy el más indicado para decirlo pero, de grandes dimensiones. Para mi era ideal. ¿No os ha pasado alguna vez de tener claro que esa noche ibais a acabar con él? Yo también lo pensaba hasta que, cuando decidí tirarme a la piscina me di cuenta que ésta, estaba vacía. Un tío de dos metros diez y pelirrojo se le acercó, se puso a hablar con él y le dio un beso (un primer beso nada agradable, fue como a medias, he de añadir). Pero aún así, un beso. Yo ya no sabía si era la mala suerte, la flor negra en mi culo o qué pero me preguntaba... ¿acaso no era su nariz lo suficientemente grande como para avisarme de que de mentiras vive el hombre? Respiro. Me agobio. Respiro y un "vámonos de aquí ya" a mi amiga más tarde, empecé a pensar que el arte de la desesperación por encontrar el amor me estaba jugando una mala pasada. Y es que es así.

Dos días antes de que esto me pasará una compañera y yo tuvimos una conversación a cerca de encontrar a nuestro amor verdadero. Difícil, pero no imposible. Éramos soldados de una sociedad que nos había catalogado con el himno "no desesperes, ya llegará". Cansado me hallo de escuchar semejante gilipollez. Veinte años, nada menos. Y es que al parecer, lo de estar soltero ya no está de moda. Ahora todo el mundo que me rodea me vomita arco iris para que me entere, si es que no lo he hecho ya, de que tienen pareja. Es como si el mundo me estuviera mandando una señal y aun así, no la estuviera pillando. "Te vas a quedar solito" dice Dios mientras me maneja como un SIM sin sentimientos. ¿Lo peor? Que de tres que somos viviendo en mi casa nueva de Goya, ambas están emparejadas. ¿Soy ese 33% que representa a la minoría de los solteros o simplemente me obsesiono con algo que está fuera de mi alcance y ya esta? Parece que solo puedo aspirar a que un latino me toca el paquete con deseos de verme fuera de la discoteca a cambio de una copa mal pagada. 

Pero bueno, mi vecino ya ha terminado de tender y ahora su mujer le obsequia con un beso y unas caricias mientras yo, despatarrado en mi habitación, sudando y con el ventilador a máxima potencia solo trato de evitar decirme a mi mismo que necesita conocer ese cariño que aún no ha tenido la satisfacción de tener y de que no estaría mal tender la ropa que está dentro de la lavadora, que no para de sonar. 

lunes, 5 de septiembre de 2016

Y comieron perdices.

¿Que ocurre cuando se termina una relación? Muchos no tenemos ni idea de qué sera lo siguiente que pueda pasar. Somos pesimistas, nos deprimimos, lloramos, sobre todo lloramos y apenas podemos distinguir lo bueno de lo malo. Pero... ¿acaso no es eso un estado de proceso hacia la curación? 

Si algo tiene Madrid es que cuando llevas más de tres meses lejos de ella, te sorprende como la primera vez. Como si nunca hubiese cambiado. Sin embargo, los hombres siguen siendo los mismos y puede que incluso hayan empeorado. Nunca se sabe. Por ejemplo, hoy he estado viviendo totalmente un Sexo en Nueva York en toda regla. Amigas, cotilleos y una buena cena del chino. Comentando los amores y desamores de algunas de ellas, me he dado cuenta de que el amor no es algo que pueda quedarse estanco, si no que, al igual que el mar, está lleno de olas y ondas que se crean con el mínimo movimiento. Puede que cuando estemos en una relación seria, un paso en falso nos derribe todo el castillo de naipes que hemos construido, o puede que no. Pero ese no es el tema. El tema es, que una vez la ruptura está hecha no hay vuelta atrás. Los pensamientos se escapan de entre las puntas poco arregladas de nuestro pelo y pensamos, ¿acaso solo podemos ser unas arpías o unas gatitas sexis? ¿No hay más donde elegir? Somos sufridores y ya esta. Las relaciones son como los post-its, apuntas cosas buenas, cosas malas... pero algún día el pegamento dejará de hacer efecto y se caerá. Lo tiraremos a la basura y buscaremos otro que nos sirva mejor. 

Ninguno de nosotros podemos escoger dónde empieza y dónde acaba una relación lo que sí que podemos hacer es asumir, y cuanto antes, que lo que tiene que ser, será. Y no es nada malo, todo lo contrario. Si una relación tiene altibajos se debe a que las personas somos como una especie de globo. Un globo que no tiene esquinas, que al igual que tiene cosas buenas, tienes cosas malas. No obstante, entre bocado y bocado de pollo al limón, mis amigas y yo discutíamos a cerca de cómo reaccionaríamos si alguna de sus parejas decidiera salir por la puerta. Algunas les darían una segunda oportunidad (que no quince oportunidades, ojo) y otras, que si se dice fin, es fin. Es algo que no te enseñan los cuentos de hadas. Estos terminan, sí, pero nunca con un final cerrado. La cenicienta se casa con el príncipe azul pero no nos cuentan si seguirá limpiando las escaleras del castillo o si ni siquiera se adapta a la vida de sangre azul. Yo soy un fiel seguidor de esta guía creada para el buen camino hacia el amor, y muchas de mis amigas también sin embargo yo solo me decía "otra que la va a palmar también." Y es que, ¿puede un príncipe desteñir cuando una mujer o un hombre entra en su vida para darle un giro de 180º o sencillamente los primeros amores son pruebas de Cupido para encontrar al verdadero Mr. Charming?

Los finales son finales porque se pone un punto y final, pero yo soy más de pensar que lo que en un primer momento es un borrón negro, puede que con un poco de tipex consigamos que se convierta en una segunda y bonita oportunidad. 

jueves, 28 de julio de 2016

Show must go on.

Todo el mundo desea tener un novio. Nos imaginamos como será, como hablará y lo bonito que será compartir la vida, los sueños y el hilo dental contigo. ¿Por qué tan pocos tienen novio? Porque mentimos. No nos comprometemos ni con una planta, ¿cómo vamos a hacerlo con una persona? Pues he aquí la cuestión. He estado unos días rondando por tierras algo más vascas que las mías para dar respuesta a éstas preguntas. Sin embargo, solo he podido encontrar más preguntas. 

Nada más llegué a cierto pueblo norteño adornado de largas guirnaldas de colores, me quedé estupefacto al ver la ingente cantidad de machomen que pasaban por mi lado, completamente apretados entre pantalones blancos. Algo insólito. Pero como mi etapa de "enamorado de heteros" ya la había pasado antes de los dieciséis, los dejé pasar sin más. Así pues, un día más tarde y con los huesos hechos papilla por el sofá tan cómodo de mi amiga, me dispuse a encontrar al amor de mi vida. No sé si es que los leprechauns me escuchan o que... pero allí estaba, entre luces y humo, en lo alto del escenario cantando Disney, el chico más guapo que podía haber visto. Estaba allí puesto para mí, os lo aseguro. Alto, guapo, cachas... 

¡Y CANTANTE DE VERBENA! ¡Qué más podía pedir! 

Aún así, traté de controlarme. Poco a poco me acerqué a la primera fila, con la buena compañía de mi amiga, para que se fijara algo más en mí. Fue inútil. No sé si es que no le llamaba la atención lo suficiente, si mi amiga hacía señales de humo o qué, que ahí estaba él dedicándole todas las canciones a ella. Me di por vencido. Pero tranquilos, esto me duro dos segundos ya que él gran cantante me vio hablando con mi amiga, explicándole claramente que era hetero y se había fijado en ella, cuando me dedicó un guiño, una sonrisa y un gesto que hacia referencia a la pegatina de "Soy Gay, Lesbiana, Transexual, Heterosexual... Soy libre." de las fiestas de este pintoresco pueblo. Solamente podía cuestionarme a mí mismo y preguntarme, ¿será verdad que Disney embauca a los hombres para convertirlos en gays o solamente era un chico tratando de ser amable conmigo sin ninguna razón oculta? Así que ahí estaba yo, plantado contra una verja a escasos metros de este hombre tan atractivo, cegado por la luz de los focos y viéndole bailar y mover las caderas como nadie. Como no podía faltar, a las cuatro de la mañana ya, un poco pedo y con ganas de más, terminó el muchacho su trabajo y fuimos en su busca al backstage. Me dio dos besos (de cerca era aún más guapo si cabía) y creo que no le he dado a nadie dos besos tan cerca de los labios como traté de dárselos a él. Barbita de cuatro días, ojos ambiciosos y un cuerpo que el mismo Dios le había dado para que lo luciera con ganas. JO-DER. Pero volvamos a la realidad un momento y termino de contaros. Hablaba con mi amiga, me miraba, hablaba con mi amiga y volvía a mirarme. Así varias veces hasta que yo no pude morderme la lengua más tiempo. 

.- Oye, entre el nombre de Miriam (mi amiga) y Unai, ¿cuál eliges?
.- Ah, eso es muy fácil, a los dos ja, ja. (No te vas a escapar...)
.- Venga, va. ¿No me vas a contestar de verdad?
.- Sí, sí... no tengo ningún problema. Soy gay, sí.

Fuegos artificiales. Chispas. Elefantes rosas dando tumbos. Todo lo que os podáis imaginar, vaya. Tenía al menos una oportunidad de captar su atención y mira tú por donde... Pero siento decepcionaros, porque el muchacho solo me dijo su nombre para que lo buscara en Facebook, se sacó una foto conmigo y mi amiga y nos dijo que nos dejaba que tenía que descansar. Ni un triste beso que hiciera que sus labios besaran los míos. Fracaso absoluto. Ahora, a pesar de dejar al chico más atractivo de todos abandonado tras una lona negra, me aceptó en Facebook tranquilamente (aunque le haya hablado y no haya recibido respuesta...).

Así que bueno, por lo menos me llevo unas buenas fiestas bien aprovechadas y el recuerdo de ese chico hasta que consiga borrarlo del todo. ¿Tengo una flor negra en el culo que hace que todos los hombres como él me dejen en la estacada o es que soy yo que no sé interpretar las señales de los hombres? ¿Son ellos ahora los complicados o es que realmente no somos capaces de comprometernos? Quién lo sepa que me lo diga.

viernes, 22 de julio de 2016

Ven a jugar conmigo.

Con la gran afluencia de redes sociales mariconiles a nivel mundial (grindr, bendr, growlr, twitter...) ahora es posible conocer a cualquier chico de cualquier parte del mundo. Y lo que es más, algunos se atreven hasta a llevar una "relación": quedan todos los días para hablar por Skype, se envían constantemente mensajes por Whatsapp... ¡¡Internet acorta distancias!!

Yo siempre he pensado que este tipo de relaciones están condenadas al fracaso. Tú, viviendo en Madrid, conoces a un chulazo de Nueva Zelanda, os queréis, os amáis, tenéis conversaciones super profundas. Quedáis cada dos días por el Skype, hacéis vuestro sexo cibernético... ¿y luego? ¿¿Contacto físico?? Por mucho que te puedas aliviar en tu soledad, siempre hace falta no solo un meneo si no también un abrazo de vez en cuando. Para solventar este tema ha surgido otro invento: las aerolineas low cost: Ryanair, Vueling, Easyjet... van llenas de muchachos que esperan conocer al hombre de sus sueños o ya lo están viendo con regularidad.

Una muy buena amiga, algo reacia a los tíos románticos, tuvo una primera relación a distancia,  pero fue... cómo decirlo... poco constructiva. Y lo que comenzó siendo amor pasional se convirtió en agobio marital. Él se obsesionaba constantemente con las preguntas classic: ¿dónde estás? ¿con quién? ¿qué haces? ...  y un largo etcétera que todos conocemos. Terminaron por dejarlo claro está. Sin embargo, y después de que un servidor haya dado su opinión de que las relaciones a distancia son para gente más valiente; debo de decir que ahora mismo tiene otra relación ¿a media distancia? Él es isleño, ella pura vasca, pero se ven durante el curso escolar, luego como pajarillos vuelan a sus respectivos nidos. Como buen amigo que soy, no podía evitar preguntarme ¿debería decirle que su relación no durará más que eso, un año escolar, o hacerle ilusiones y convertir su relación en un cuento de hadas? Sea como fuere, el tiempo me dio un canto en los dientes. Y ahora ellos dos siguen manteniendo una relación feliz y sexualmente muy activa desde hace casi ya dos años. Sí, todo es súper bonito, súper de color rosa, amor, flores y acoiris... pero seamos realistas. Saludemos a lo que se acaban convirtiendo en polvos caros. "Ven tú aquí una mes y luego voy yo", "da igual, me pillo una habitación de hotel", "te he traído esto de regalo porque nos vemos poco..." Y así hasta el final de los tiempos, ahorrando día sí y día también para poder ser felices y comer perdices. ¿Compensa? Según mi amiga, por supuesto. "El amor verdadero no se expresa, se siente." Eso es lo que dicen ellos. Por esa misma razón, en éste páramo tan grande y desolado de comedias románticas, no podía no preguntarme si habrá un amor perdido por ahí como el de ellos para un hombre que tiene un mejor control sobre sus habilidades motoras que Katherine Heigl.

De todos modos amigos, a día de hoy solo me puedo imaginar viajando de un lugar a otro no para buscar al amor de mi vida, si no para ver con mi Pokemon GO qué animalejos me esperan por otros lares que no sean madrileños.

martes, 5 de julio de 2016

Por un beso.

Después de haber estado durante una semana sintiéndome orgulloso de lo que soy, he vuelto a caer en la realidad. Encontré la manera de respirar en un ambiente en el que los osos no andan a cuatro patas (o sí), que hay otros que se lanzan a la piscina y no usan ropa interior y otros que simplemente, son sencillos hombres que te encuentras y deciden besarte. De entre toda la fauna que me podía haber encontrado en Madrid esas cinco noches de Orgullo Gay, han sido tres los chicos con los que me quedo. Cada uno, más diferente que el anterior y es que no podía evitar preguntarme si aquello era normal o cada uno tenemos un estereotipo que queremos, y muchas veces necesitamos cumplir. 

El primer día, me encontré con Dani*. Fue algo esporádico y poco previsto. Una unión entre dos chicos que estaba guiada por el alcohol. Ambos dos nos dimos un beso que, amigos, debo admitir que no voy a olvidar. Menudos labios tenía el cabrón. Dani se convertiría en un asiduo whatsapp durante todas las fiestas. Un chico sencillo, algo más afeminado pero que quiso mi teléfono fuera como fuese. Por lo que, ya que el mío estaba apagado, se lo di a su amiga. Fue en ese momento cuando su subconsciente le falló y me hizo creer que quería verme más, pues me dijo: más te vale que sea tu verdadero número, capullo. No sé si será ese aspecto de chico malo o qué lo que nos atrae a todos nosotros, y también nosotras, pero él lo tenía y era digno de saborearlo. Así pues hablamos todos los días intentando quedar antes de que me fuera a Vitoria, mi ciudad de toda la vida. Pero fue un fracaso absoluto, el no estaba por la labor y yo menos de perder el tiempo, así que el destino acudió a mí y a mis amigas para darles la razón; hizo que todas las noches sobre la misma hora se me apagara el teléfono, cansado de escuchar un; Joder, quiero verte, pero no sé. Amigos, ahí es cuando debéis acudir a la mejor consejera de todas, que no es Oprah, si no vuestras amigas. No paraban de preguntarme si merecía la pena o no pero yo no podía dejar de repetirme ¿somos nosotros unos masocas que buscamos a cualquiera y nos ilusionamos tan rápido, o simplemente podemos dejar pasar estos líos de verano más rápido que una foto de Snapchat? Ese mismo día, coincidí con Pablo, un chico de lo más natural y que me dejó enganchado hasta el último día que le vi. Todo el mundo le conocía y aún no sé por qué. Supongo que todo quedará en el olvido, pues no daba su teléfono a nadie, y no sé nada más de él.

El quinto día, me encontré con Adrián*. Aquel si que fue un chico que me dejo un poco tocado y hundido. Mira que no creo en los accidentes a simple vista, pero no sé que me pasó con él. No era para nada alguien en el que me fijaría si no hubiera estado sentado en el portal de mi amiga, a la que adoro y me hacía esperar al momento exacto para ir a tomarnos un buen cóctel. Así que allí estaba él, con sus sandalias de David Delfín, desgastadas ya del uso y una camisa que dejaba entrever el pelo en pecho de un hombre desarrollado. No sé ni cómo ni en que momento, pero gracias a mi amiga, terminamos los dos contra la puerta de su portal enrollándonos como si no hubiera un mañana. Me exigió mi teléfono, apagado como siempre, para hablar conmigo. Me prometió que volvería, que iba a estudiar en Madrid el año que viene y que todo era verdad, pues su hermana ya vivía aquí en Madrid. No obstante, cómo puedo ser tan iluso de creérmelo. Que sí, que comenzaremos hablando mucho, nos prometeremos la Luna, pero poco a poco nos olvidaremos y nuestra conversación acabará en el fondo de la lista de contactos. Esa es la manera que tiene Whatsapp de decirnos que esa persona nos ha olvidado. Así que no sé si será verdad o mentira, y de camino a casa me preguntaba repetidamente si podría tener razón, si de aquí saldría algo mágico o quizás no, que mi amiga lo había aprobado y eso me hacía feliz pero, ¿necesitamos sentirnos queridos porque los demás nos lo dicen o por que realmente necesitamos sentirnos así? No sé si por casualidades de la vida, o por la cachondo que me había dejado Adrián, me encontré con el vecino de mi amiga, Fran*. Un tío de armas tomar que había experimentado su crisis de los cuarenta estando ahora en Madrid y buscándose a cualquier chico de veintipocos años para follárselo en su cama de dos por dos. Si algo tenía Fran era que era completamente sincero. Supo halagarme con caricias, palabras y gestos; hasta llegar el punto en el que le sobe soberanamente frente al Hotel Oscar. 

Sin embargo, tras todos estos enfoques de tíos completamente distintos, de superación de agobios ilimitados a las tantas de la noche, de exigencias de besos y abrazos cuando no lo son necesarios, hay algo que como siempre, no me falló y es que prefiero mil veces conocer a chicos de pasada bien acompañado por una buena y fabulosa amiga que me los quite de calle. Sí, puedo ser un idiota y no haber disfrutado de estas fiestas tanto como podría haberlo hecho, es más, ¿somos personas dispuestas a conocer a otras personas y pasar un buen rato o solamente somos adictos a los enamoramientos fugaces? Puede que algún día consiga responder a esa pregunta. Hasta entonces, tendré que esperar al siguiente Orgullo para demostrármelo.


*Nombre cambiado para proteger al verdadero inocente.


domingo, 26 de junio de 2016

Reunión preducha.

Hay algo especial que tengo que remarcar de una ciudad tan tolerante como es Madrid; los gimnasios. Hacía mucho que no me apuntaba a uno (por no decir casi que era el primero), y me temía lo que me iba a pasar. Mi sueño desde pequeño siempre había sido vivir en el barrio de Chueca, en un piso bien hipster, pero me tuve que conformar con buscarme un gimnasio por allí. Cuando entré, la sensación de testosterona acechante se podía oler desde el primer momento. Me atendió una chica bastante jovencita, rubia, que me explicó todo lo necesario para pagar las cuotas, usar las máquinas y hacer culo en spinning. Al parecer a ella no le gustaba nada mi culo, y mira que siempre me he sentido orgulloso de ello, pero cuando dejó de preocuparse por él y centrarse en mí, me preguntó algo que si que no me esperaba. "¿Eres gay?" Así, sin paños calientes. Como un jarro de agua fría. Mira que me da igual que me pregunten mi sexualidad, pero ¿en un gimnasio? "Verás, es que puedes sentirte incómodo o no en los vestuarios, por eso te lo digo." Anonadado. Boquiabierto. Petrificado. Sin palabras. ¿Debía tener un carné especial que especificase que me gustan las barbas, o simplemente era una formalidad del barrio en el que estaba el gimnasio? ¿Y qué si no era gay? ¿Acaso somos carnívoros que devoramos la primera presa que se nos pone desnuda delante? 

Una vez había conseguido mi carné, huí de aquella mesa lo antes posible. Pasé los tornos tranquilo, y me metí al vestuario, no había nadie, me cambié tranquilo, y salí ha hacer un poco de ejercicio. Bueno, lo que me encontré delante no tenía precio. Yo iba a hacer ejercicio, ducharme y volver a casa, pero estar con los treinta tíos de las clases de karate, con pura hormona masculina en el ambiente, pues me hicieron perder un poco bastante la ecuanimidad. Pero el "peor" momento, fue la vuelta a los vestuarios. Sabía a que hora terminarían ellos de estar allí, así que diez minutos antes, me fui a la ducha. Sin embargo, estaba duchándome tranquilamente cuando un super chulazo se me pone al lado a enjabonarse y enseñarme su super rabo y su cuerpazo. El empalmamiento no se hizo esperar, y tuve que pensar en todo tipo de antierotismos para que volviera a su estado normal. Y así con los veintinueve restantes. También os digo que me sentí observado en varias ocasiones, y lo que podía haber terminado en una perfecta orgía, (que no hubiera estado mal), terminó con una cancelación de la suscripción al gimnasio y una buena ducha fría en mi casa. No voy a negar que aquello no me gustara, pero no podía evitar preguntarme si serían los gimnasios los nuevos cuartos oscuros, o si solo se habían convertido en lugares públicos legales para exhibirse sin problema. 

Y es que ahí esta la historia.

Muchos de mis amigos heteros, no voy a decir poco tolerantes si no, reacios a hacer bromas homo, me han contado que presa del narcisismo, se dejan mirar por los gays para que contemplen lo buenos que están, y ahí estamos nosotros para rendirles culto. Y ya no solo eso, si no que están obsesionados con entrar en un vestuario de chicas para verlas a todas en pelotas. Y eso precisamente tenemos todos los gays o lesbianas. Todos los tíos al alcance de la vista, por mucho que se tapen siempre tendremos esas bonitas duchas colectivas donde todos juntos nos lo miramos todo mientras nos enjabonamos. Puede ser que hasta yo mismo me haya respondido a mi pregunta y sí seamos depredadores carnívoros, pero ¿acaso no es natural calentarse, expresar deseo o follarse a un tío? Eso no tiene nada de animal, y puede ser increíble. 

martes, 7 de junio de 2016

Padre sabe más.

Dentro del mundillo de razas que pululan por el universo de los hombres madrileños, existe una que me llama bastante la atención. Se trata de ese tipo de abueletes que intentan conquistar a jóvenes efebos con dinero, cenas en restaurantes caros y regalitos de los que no te traen los reyes, pero que te encantaría que te trajeran. Según la wikipedia inglesa, se llaman Sugar Daddies

Que conste que yo no tengo nada en contra de aquellos a quienes les gustan, aunque se lleven más años que tiempo le costó a Rapunzel peinar su melena. El tema en este caso son los hombres de musculados brazos y pelo canoso, cubiertos por una sed de sexo joven.

Esto me lleva a una experiencia que tuve en un viaje un poco loco por zonas francesas. En mi vida me había cruzado con un Sugar Daddy hasta que llegué allí. Un día que entre copa y resaca decidí hacer un tour por algún lugar que tuviera un poco de cultura, por aquello de sacar fotos y enseñarlas en casa, vi a un pedazo de tío maravilloso, marcado tanto o más que los abdominales del mismísimo Matthew Daddario. Supuse que todavía no me había despertado de la noche anterior, así que me restregué bien los ojos, pero allí estaba él, mi supertío, uno en kilómetros a la redonda. Esto último me sorprendió, puesto que era de la raza musculoca y estas no suelen ir solas ni al baño. En fin, que de repente lo veo hablando con un tío, que podría ser mi padre, envuelto en esteroides y barba canosa, pero imaginé, sin querer pensar mal, que sería algún familiar y que lo acompañaba de excursión. Total, que me subo en el tren que nos llevaba al lugar en cuestión y aquel hombretón comenzó a darme cancha. Que si era español, que si la zona a la que iba estaría llena de maricones, que si el supertío era su pareja y que llevaban 10 años juntos... 

Ahí ya empezó todo a descuadrarme.  

No entendía mucho de que iba el tema, pero los dos eran muy simpáticos y el machomen cuarentón empezó a invitarme a comer, a que usara el jacuzzi del hotel... Claro, uno no es de piedra, y me tuve que dejar agasajar. El caso es que el supertío lo veía como algo normal, algo demasiado normal, como que había otros jovenazos cerca y les miraba con ganas de marcha, por lo que no podía evitar preguntarme, ¿eran ellos los incomprendidos y necesitaban una mano amiga para ser escuchados o era yo que hacía mucho tiempo que nadie me halagaba y estaba necesitado de roces? Yo solo flipaba. No por la situación, cosas más raras me han pasado, pero ver al abuelete como veía también el tema y no decía nada... incluso se piraba a la habitación para que el megatío hiciera lo que le daba la gana (follarse al super chulazo con el que estaba ligando). En fin que visto el panorama yo puse pies en polvorosa enrollándome con el primero que encontré, que tampoco estaba mal, por cierto. Un príncipe digno de cuento, afrancesado pero no francés, de largas piernas y tez morena. 

Cuando besé los labios de mi príncipe no pude no preguntarme qué sentiría aquel supertío al besar los labios carnosos del hombretón y viceversa, al saber que mi supertío se había estado restregando con otros tíos. Aún así conozco a Sugar Daddies que cumplen a rajatabla con las leyes de la monogamia, que no complacen con deseos lujosos y mucho menos lujuriosos. Supongo que será uno entre un millón y que este gran amigo mío es un afortunado por haberlo encontrado. A pesar de todo, y de no haber sacado apenas ninguna foto de las vistas ni los museos; amigos, ya he descartado, por raro que parezca, una gran parte de los hombres pretendientes a mi trono. Tener a un supertío, pase, pero un hombre que me pague por estar con él y complacerle, a aquello renuncié totalmente. 

sábado, 4 de junio de 2016

Charla un poco, machaca menos.

Todos los chicos, o al menos casi todos, vemos porno y nos masturbamos. Bueno, que hostias, nos pajeamos viendo porno. Sin embargo, ¿dónde está el límite? ¿Se puede llegar a un punto en que sólo nos pongamos cachondos viendo porno o es simplemente un estimulante más para poder ser una total bestia animal en la cama? Pues la cuestión es que la adicción al porno existe... Ahora, para ti, ¿es una simple fantasía o se ha convertido en adicción?

El caso es que no hablo de esto por propia experiencia.... Ayer cuando fui a la playa, entre cuerpos esculturales y señoras en topless nos preguntábamos, mis amigas y yo, si esto era cierto. En uno de los casos me comentaban que un chico veía tanto porno que luego le costaba ponerse a tono con su novio. Se había acostumbrado a ver cuerpos de gladiadores espartanos y luego la realidad dejaba de motivarle, se venía abajo. Otro directamente me decía que a veces le costaba acabar con su chica si no se imaginaba porno cuando estaba con ella. Algo que aún desconozco si catalogarlo como negativo o no. Luego está el mítico hombre que dice no ser adicto al porno, o niega indudablemente que lo ve, pero en la cama no para de ordenarte que le digas guarradas, gimas o incluso llegues a repetir en varias ocasiones Oh fuck me, yes, yes. Viceversa también pasa, pero este es un tema algo más escabroso ya que, ¿por qué nos avergonzamos en persona a decir cosas que no lo hacen por whatsapp o mensajes de texto? 

A mí en concreto es algo que nunca me ha afectado. Sí que es cierto que me masturbo bastante a menudo (viendo porno, claro), pero diferencio mucho entre estar a solas y estar con alguien más. Cuando estoy yo solo es más por relajación, aburrimiento, rutina... y es algo bastante cotidiano, tanto o más que limpiarse los dientes. Cuando estoy con alguien lo veo como un momento bastante especial e íntimo y me centro más en las sensaciones: tactos, olores, acercamientos, caras, actitudes... Es que incluso cuando he quedado con el típico que para entrar en calor te pone una porno, me ha dado incluso un poco de rabia; ¡qué estoy aquí y no en la tele! Son dos experiencias completamente diferentes. Es como eso que dicen que el chocolate es un sustituto perfecto del sexo, pues igual con el porno. No obstante, ¿cuando suficiente se convierte en demasiado?

miércoles, 1 de junio de 2016

Por el poder de tres.

Erase una vez, en una ciudad mágica como Madrid, una joven que se enamoró. Una noche el novio de una de mis amigas le preguntó la pregunta incuestionable después del sexo: ¿Cuales son tus fantasías? Ella, pensando en el momento tan tierno y dulce que podría llegar a ser el post-coito, no supo qué contestar no obstante, él ya estaba dándole una respuesta: hacer un ménage à trois. Para alguien tan delicada y frágil cómo se hacia apodar mi amiga, era impensable la idea de compartir la cama con dos pechos más que no fueran los suyos. Sin embargo, así era mi amiga tan pija como contradictoria, por lo que no descartó la idea de llevarlo a cabo. ¿Cuando se convierte una pareja en un juego extraño de dos más uno? ¿Dónde empieza el punto exacto de la esquina dónde se pierde la pasión? Dónde todo cambia. Dicen que todos tenemos un límite. Un punto final. ¿Y cuando el todo equivale a tres en la cama? Entonces el final se convierte en puntos suspensivos, y ya nadie sabe lo que puede suceder. A veces, si sumamos pieles, sumamos conflictos, por lo que salí a investigar a cerca de ello.

En esto de los tríos y manifestaciones de número mayor suele ocurrir una cosa, y es que siempre se acaba eligiendo a uno como favorito. Lo ideal sería un todos contra todos, o un rollo circular pero, al parecer, lo mejor de hacer un buen trío es ir de estrella, el que se apunta para que la pareja se lo follé y se va. El invitado. Te diviertes y no tiene por qué afectar a tu vida sentimental. Y en el caso de estar en pareja, lo más importante es que la otra persona no sea un amigo, alguien desconocido. No sé, alguien que conoces en un bar, o en un avión. Eso sí, de pasar de ahí a algo estable ya es otro cantar. Mi amiga no paraba de repetir: Mario* es genial, Mario es estupendo, cómo me lo come Mario... Y es que lo que era una fantasía se estaba convirtiendo en algo mas estanco. Y si hasta la más redimida de mis amigas pensaba en un ménage à trois, quién no lo pensaría. Había más anuncios en el periódico para buscar un trío que para desratizar un piso por mil pavos al mes. ¿Quién respondería a esos anuncios?

  • Chico educado, con estudios universitarios, para matrimonio o pareja SÓLO para ella. 
  • Jefazo de empresa busca un par de chicas calientes para fantasía en su casa de verano. Gordas no, gracias. 
  • Encantadora profesora de instituto busca dos hombres para hacer realidad todas sus fantasías, podéis ser negros o latinos. Necesito vuestra polla, ya. 

No había duda de que a los hombres y las mujeres les gustaban los tríos. Igual es el síndrome Supernena o algo así… Y es que el mundo se forma en tríos.  El número tres nos acompaña a lo largo de la historia como un número casi sagrado. Entera, semidesnatada, desnatada; Primera, Business, Turista; Juanito, Jorgito, Jaimito… quizás lo extraño fuera hacerlo con una persona. Quizás los tríos fueran las relaciones del futuro. ¿Tenía razón mi amiga y eran los tríos la nueva frontera sexual? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Dormirían en una cama de matrimonio normal o sería una especial? Aún así, el interrogante seguía ahí.

Yo hasta que lo experimente creo que con encontrar pareja tengo bastante. Pareja de yo y otro, quiero decir. Aunque al fin y al cabo, supongo que el trío es inevitable. Porque aunque seas la única persona en la cama, siempre ha habido otra antes que tú.

*Nombre cambiado para proteger al verdadero inocente.

lunes, 30 de mayo de 2016

Grandes 'sexperanzas'.

Hay ciertas cosas en la vida que ocurren tan esporádicamente, que cuando llegan hay que prestarles una atención especial. El cometa Halley, conseguir gratis la segunda ronda y que todas tus amigas se reúnan de nuevo en el bar de siempre del barrio. Disfrutamos de los bailes, las bebidas, el tequila y de una reflexión. ¿Estamos solos incluso hasta estando con algún hombre? Hay que asumir algo básico: meterse en una armadura y caminar por ahí tan normal sin esperar que te llenen es lo más recomendable, excepto cuando ya sabéis… No obstante, los orgasmos no te envían cartas por San Valentín, ni te dan la mano cuando ves una película triste, por lo que aún seguía sin tener la respuesta a la gran pregunta: ¿está matando el sexo a los verdaderos hombres solteros dispuestos a tener una relación?

No sabía si todo este miedo a quedarse solo había aumentado el límite del nivel del engaño. A fin de cuenta mentimos a cerca de nuestra edad, del color del pelo, de la talla del sujetador o del pantalón, fingimos incluso la autenticidad de los orgasmos. ¿Estamos fingiendo algo más que los orgasmos? ¿Estamos fingiendo relaciones enteras? ¿Es mejor fingirlas que estar soltero? Una ciudad tan maravillosa como Madrid, ofrece un montón de cosas únicas y fabulosas que pueden disfrutar las personas únicas y fabulosas, ¿por qué no también de hombres únicos y fabulosos? Cuando volvía a casa me pregunté cuándo el estar solo se había convertido en el equivalente moderno de un leproso. Al ritmo que va la sociedad es posible que pronto lo restaurantes estén divididos en secciones de fumadores y no fumadores, solteros y no solteros. Y fue entonces cuando tuve un pensamiento aterrorizante. ¿Tal vez era yo el que fingía? ¿Tal vez me he fingido a mi mismo durante todos estos años que era feliz siendo soltero? Puede que sí o puede que no, pero aún así he sabido aprovechar estos momentos al máximo. Aún recuerdo cuando mi madre, sentada en la cama me leía el mismo cuento una y otra vez, en el que el príncipe siempre acababa con la princesa, aunque yo esperase que en algún momento, el dragón se lo comiera o la princesa se salvase sola.  

Pero sin importar cuanto dolía, a veces es mejor estar solo que fingir. Entonces me mire al espejo… ¿de que había estado tan asustado? Era joven y deseable, jamás terminaría estando solo, si estaba con alguien solo para validar mi vida entonces el signo de interrogación seria un hecho. Decidí que en lugar de salir huyendo de la idea de una vida sola me sentaría e invitaría a cenar a ese temor. Así que me senté ahí, en la terraza de La Central y tome un café, sin libros, sin amigas, sin hombres, sin máscaras, sin fingir.

viernes, 27 de mayo de 2016

Cada oveja con su pareja.

Una de las mejores cosas de vivir en una ciudad como Madrid es encontrarte con amigos con los que apenas hablabas y hacer como si no pasara nada. Una amiga y su novio me invitaron a pasar una noche en el piso en el que vivían, en una zona llena de altos árboles y frondosos tíos cachas corriendo para fortalecer músculo. Eran la pareja perfecta: divertidos, inteligentes y con pinta de acabar de salir de una revista de unión en el hogar. Si no fuera por el piso tan grande que tienen les odiaría. Sin embargo, lo malo de ser soltero y ser invitado por una pareja es la putada de ser interrogado sin necesidad de pedirlo tratando de averiguar confidencias. Me explico. Los corredores de bolsa aconsejan sobre inversiones, los arquitectos sobre diseño, y los solteros contamos a nuestros amigos emparejados nuestras aventuras sexuales. Apenas sabía que contar, pero parecía que hasta el más mínimo detalle de lo que les contaba les parecía pertenecer a una novela de Agatha Christie. La noche se hizo larga entre ruegos y súplicas de alargar más las historias, pero mi cuerpo me pedía estar en horizontal. 

Cuando me metí a la cama debido a que se me escapó el último metro y que tenía que hacer varios cambios de autobús para llegar a mi casa, me dieron la oportunidad de dormir allí. Todo era perfecto. La cama era cómoda, la almohada mullida, sábanas nada acartonadas y… ¿mi amigo? Sí, amigos. Ahí estaba él, sin nada que ocultar. Detrás de mí, parado, como si nada, encantado de conocerse. Yo no sabía qué hacer ni qué decir. Sólo sabía que aquello era demasiado para después de la opulenta cena que me habían servido. Aunque parezca que meterse en mi cama desnudo era lo peor, no lo fue. Empezó a hacerme cariños, a llevarme la mano a su abultado paquete con el fin de masturbarle. Me negué en rotundo. ¿Qué podía hacer? Era el novio de una de mis amigas y no podía hacerle esto. Acto seguido le pregunté qué es lo que estaba haciendo y explicaba, entre bajos susurros que lo único que quería era experimentar, que se sentía atraído por mí. Lógicamente, la charla que estábamos teniendo no era a volumen 2, así que ¿quién creéis que nos sorprendió en la cama? Exacto.

Sin apenas tiempo de recoger mis cosas antes de salir, me vi sentado en el autobús de vuelta a casa. No me dio tiempo a dar ninguna explicación, y él tampoco es que me ayudara a hacerlo. Toda la culpa, al parecer, fue mía. Así que le dije que no entendía por qué se mosqueaba, y ella me dijo que no podía entenderlo porque era soltero. Al parecer, cuando alguien tiene una relación seria, se acabaron las amistades. Tú eres el enemigo. Y eso que yo era gay. No me quiero imaginar su cara al descubrir que su maridito, era bisexual. Me reuní con mis amigas en la cafetería de La Fábrica para hablarlo. 

- En las relaciones de pareja se piensan que los solteros nos acostamos en cualquier lugar, en cualquier momento y con cualquiera. Creen que en el momento menos pensado podemos acostarnos con su compañero de sexo.

¿Estaban en lo cierto? ¿Éramos enemigos? ¿Había una guerra fría latente entre emparejados y solteros?

Por suerte descubrí que había distintos niveles de relación. Algo de lo que no tenía ni idea. Está el nivel 1, el de la amiga con pareja que sigue viendo a sus amigos tanto como siempre. El nivel 2, en el que ya no ves a tus amigos solteros tanto como antes. Y el nivel 3, los amantes que pasan a ser ‘nosotros’: "nos ha encantado la película", "odiamos ese restaurante", ... Nosotros, siempre dicen nosotros. Sin contar que piensan que los solteros preferimos llevar una vida vacía y atormentada de eterna adolescencia. 

A lo mejor la guerra fría no era por odio, sino por miedo, miedo a lo desconocido. La gente no odia a los solteros, lo que pasa es que no saben a qué atenerse. Quizás la lucha entre solteros y emparejados era como la guerra en Irlanda del Norte: todos somos lo mismo, pero por un motivo u otro habíamos terminado en lados opuestos. Sin embargo, amigos, después de mucho indagar en las relaciones de pareja, no sé si sigo con la esperanza de querer estar atado a una persona y convertirme en un nivel 3. Claro que sería maravilloso tener a esa persona especial con quien besarse en el portal de tu casa, pero a veces no hay nada mejor que quedar con tus amigas solteras para ir al cine.

martes, 24 de mayo de 2016

Sexo 'interruptus'.

La ciudad de Madrid podría decirse que es la ciudad del sexo, personas teniéndolo, personas tratando de tenerlo y personas que no pueden tenerlo. No es extraño que nos encontremos con hombres solteros que no nos hacen caso, están demasiado ocupados tratando de tener sexo toda la noche. Pero si alguna vez te las arreglas para tenerlo con alguien, la diversión comienza. Nunca he sido partidario de aplicaciones para tener sexo, encontrar pareja o lo que sea, así que antes de lanzarme de lleno a ello pregunté opiniones. Al preguntar a mis amigos, me di cuenta de que muchos de ellos hacía meses que no ligaban en bares si no que una fotografía de su torso, con un tatuaje tribal en el brazo derecho y la ligera visión del vello del pubis le sirve de presentación para sus relaciones sexuales. Ellos ya solo ligaban a través de aplicaciones de contactos como Grindr, Tinder o Badoo. ¿Están estas aplicaciones acabando con la tradicional cultura del cortejo? La respuesta podría ser un sí categórico, pero antes de generalizar quería probarlo. 

Como no, me abrí Grindr tratando de encontrar alguien con quien poder acostarme, me puse una foto de perfil, rellené mis datos y ahora todo los hombres solteros me conocerían por un nombre de guerra que resumía bien lo que quería. Así es que apreté el botón de continuar y no pasaron ni diez minutos que ya tenía a más de cinco tíos dispuestos a quedar esa misma noche. Por mi cabeza rondaba la cantidad de sexo que podría acumularse en diez kilómetros a la redonda. Ya sabía a lo que me exponía utilizando este tipo de aplicación así es que decidí quedar con uno de ellos para tomar un café, charlar y ver que surgía. La cosa iba bastante bien, hablamos, no había tensión incómoda y se notaba que nos gustábamos. Esa noche tuvimos sexo, sí, lo tuvimos y fue maravilloso, pero no podía evitar preguntarme ¿con quién más tendrá sexo esta misma noche? ¿era yo, un romántico capaz de tener sexo express o era el sexo el perfecto comodín para esconderme del sentimiento de soledad que sentía? El sexo en abundancia y de mala calidad la mayoría de las veces es un mal camino para refugiarte de los problemas. Así que igual que me desvestí tras unas horas, me vestí, abandone el nido y volví a mi etapa de soltero al ritmo de Beyoncé. 

miércoles, 18 de mayo de 2016

El dos es el número de la soledad.

Definitivo, el amor ha muerto. Ya no existen los caballeros que te abren las puertas, las citas a las luz de una vela y los ramos de flores encima de la cama. Ahora se folla en las camas, se queda para tener sexo, y los caballeros sacan sus espadas dispuestas a ensartarte. Según una gran amiga si un hombre tiene 20 años y está soltero, hay algo malo en él. Afirma que todos ellos deben haber desaparecido de la faz de la Tierra o que deben estar siendo eliminados de la propagación de las especies. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Decía ella la verdad fetén o simplemente nos habíamos vuelto más exigentes? A diferencia de mi queridisima amiga, yo no estaba dispuesto a aceptar que todos los hombres fueran monstruos, así que salí de mi hibernación y me asomé afuera…

Lo que sentí fue lo más parecido al desengaño. Solo me encontré con extraños especímenes, mitómanos con doble personalidad, fornicadores empedernidos, hombres sin alma... Aparentemente los hombres de las citas habían evolucionado desde la ultima vez que los visité y tal vez mi amiga tenia razón. Tal vez lo dijo porque al menos todos los monstruos estaban reunidos en un mismo lugar, fuera, entre nosotros, vagando libres… ¿Significaba esto entonces la muerte por inanición del amor? ¿Sería imposible encontrar el amor entre todos aquellos fakes?

Pero la verdad es que todo el que es soltero en esta ciudad se convierte en monstruo de vez en cuando. Aquí proclamo el himno "si no puedes con el enemigo, únete a él". Recuerdo un amigo, o bueno, un conocido. De esos que encuentras de fiesta y finalmente acabas dándole tu número, habláis durante un tiempo y después de subir tu preciosa foto a Instagram, miras fijamente a tu iPhone preguntándote ¿debería mandarle el primer Whatsapp yo o dejo que ésta vez inicie él la conversación? En ese instante caes en la cuenta de que te gusta más de lo que pensabas y que lo que en un principio no era más que una relación caliente, ahora se te convierte en un "nos querremos para siempre". Cortas por lo sano y cortas con él. Pero a los dos días piensas que quizás no hubiese sido tan mala idea intentar algo con él. Te arrepientes. Y es que hay especies románticas empedernidas, de las que yo formo parte, que no logran subir de nivel y esperan acostumbrarse a eso.

Debemos entender que aún queda esperanza para todos nosotros amigos, esperanza de que allá afuera habrá otro pequeño monstruo que nos amará, entenderá y besará nuestras tres cabezas.

viernes, 13 de mayo de 2016

Amienemigos.

En matemáticas aprendimos que la X representa lo desconocido. A+B es igual a X, pero aplicado a un ex, X es igual a tener una amistad con él. ¿Es ésta una ecuación sin respuesta? ¿Es posible transformar un apasionado amor en algo que ajuste bien y fácil en la repisa de la amistad? 

Hace no mucho tiempo que me habló uno ex tratando de preguntarme si en algún momento volveríamos a hablarnos. Aquello fue tan surrealista como cualquier cuadro que podáis encontrar de Dalí. Sabía que en algún momento, aquello que tenía olvidado podría volver en cualquier momento, pero no tan pronto. ¿Significaba aquello que aún sentía algo por él o era miedo lo que podía palparse en el aire? Igual que guardamos trajes que no volveremos a usar, nos deshacemos de los ex novios... bueno, las viudas negras se comen la cabeza de sus parejas cuando terminan, creo que retirarles tu amistad es ser piadoso con ellos. Aún así, no recuerdo ninguna cláusula que exigiera seguir siendo amigos una vez habíamos roto. Así que allí estaba yo, delante del teléfono mirando mi Whatsapp preguntándome si debería contestarlo o directamente pulsar el botón de "bloquear". Pero la carne es débil y ¿por qué no? Una vez al año no hace daño. Y así fue, una conversación totalmente... agridulce. Nos reprochamos todo lo que nos habíamos hecho, dicho y no dicho, pero finalmente los dos llegamos a la conclusión de que la opinión del otro siempre había sido importante. Decidí tirarme a la piscina desde el trampolín más alto y en caída libre, sin saber aún si había agua. Igualmente, sigo atascado en la misma incógnita, desconociendo la respuesta a esa gran pregunta ¿se puede ser amigo de un ex?

Y tú, ¿Eres de los que dice "Nos amamos, tú enriqueciste mi vida, ahora sigue y prospera" ó dices "No funcionamos, no necesitas existir"?

viernes, 6 de mayo de 2016

¿Chicos normales o tipo croissant?

Una de las mejores cosas de vivir en una ciudad como Madrid, es poder salir a la calle sin sentirte juzgado. Puedes tomarte un gintonic en una terraza y tener una ración de sexo salvaje el mismo día. Curioso y limitante. Por ello, con fines meramente de investigación, decidí fijarme en la fauna que corría por las calles, y mientras caminaba no podía dejar de preguntarme ¿es posible hallar el amor en una ciudad en la que se te juzga por lo ajustada que llevas la camiseta o por lo corta que tengas la falda?

Cuando eres como yo, y te mudas de una pequeña ciudad a una grande lo primero que piensas es en lo mucho o poco que vas a ligar, nos pasa incluso cuando viajamos. Y qué menos podía esperar yo al saber que había una zona "diferenciada" para "gente como yo". Lo veía claro y me decía a mi mismo: si no he encontrado pareja en mi lugar de nacimiento, lo encuentro aquí por cojones, pero... ¿es Chueca la mejor zona para encontrar al amor de tu vida o solo somos los gays extranjeros los que nos introducimos en ese mundo por el hecho de formar parte de él?

Saliendo de fiesta, como cada jueves con una de mis amigas, encontramos a lo que venía siendo una perfecta descripción de un tío empotrador de las calles de Chueca, un dios del Olympo, una escultura mejor que la de Miguel Ángel. En definitiva, un griego, español, mejor inflado que las ruedas de mi coche y tan alto que al hablarle, mi boca prácticamente chocaba con su pezón derecho perforado. No voy a negar que no se me pasara por la cabeza más de una vez la posibilidad de acostarme con él, pero tenía la necesidad de saber qué le rondaba por la cabeza. Pensando que la noche era larga, dejé a mi amiga que hablará con él, y gracias a eso me llevé una grata sorpresa. Al parecer, su armadura de tipo duro no era más que eso, una armadura y que había salido de fiesta por el hecho de que le habían roto el corazón. Tratando de usar mis dotes de actor, fingí que aquello no me sorprendía pero no era así. No digo que no tengan corazón, pero ¿sería posible que los "chicos croissant" pudieran enamorarse y ser despreciados y abandonados como perros? ¿Acaso tenemos una idea equívoca del hombre sano y musculado o solo los damos de lado porque creemos que buscan sexo y nada más? Puede que éste hombre no fuera más que la excepción que confirma la regla, o un gran representante de todos esos hombres que se preocupan más por su peinado que por la persona que tienen al lado. Las otras veces que volví a ver a mi Dios griego, seguía igual de soltero y feliz; y paseando de nuevo a sus pezones con un chaleco sin camiseta.

Aunque por el momento, me quedo con esos chicos no tan fibrados; esos que se esconden entre un grupo grande de amigas y así, cierro temporalmente mi capítulo de tíos cachas.

viernes, 29 de abril de 2016

¿Quieren los gays solo ser rescatados por príncipes?

Ahí está.

Esa es la pregunta que ningún hombre gay soltero independiente en sus veinte años debe pensar... mucho menos decir en voz alta. Al parecer todos tenemos un defecto que ha de ser tabú entre los demás, o al menos frente a quien queremos llevarnos a la cama. Anoche me puse a pensar en los cuentos de Hadas. ¿Que tal si el Príncipe Encantado nunca hubiese aparecido? ¿Blancanieves hubiese dormido en su ataúd de cristal para siempre? ¿O hubiera finalmente despertado, escupido la manzana, conseguido un trabajo y un bebé del banco de esperma de su ciudad? No puedo evitar preguntarme si es que soy solo yo quien cree en estas cosas o simplemente crecemos y ya esta. No pude evitar preguntarme si dentro de cada confiado hombre soltero hay un príncipe esperando a... ¿ser salvado? Algunos de ellos son como aterradas princesas en la cornisa de un edificio en llamas esperando a que alguien les rescate, y otras se han quemado tanto en relaciones pasadas que tienen miedo de pasar a la siguiente fase. Y es normal, es imposible creer en besos que te despierten de un sopor profundo, o te localicen a través de un espejo mágico. 

Ayer hablando con un conocido me preguntó que por qué solamente buscaba tíos cachas si podía permitirme cualquier príncipe azul, a lo que mi amiga, sin dejarme contestar respondió. 'Él solo sale con hombres de espíritu principesco'. Él se quedó pasmado sin apenas mediar palabra. Mi boca no supo decir nada pero me asombré igualmente. ¿Acaso somos los príncipes de espíritu una especie en vías de extinción o simplemente nos conformamos con el sexo duro en las escaleras hacia una azotea?

Lo único que saqué en claro de esa noche fue una cosa: los cuentos de Hadas son dañinos para la salud mental de los hombres gays y deberían ser prohibidos.

viernes, 22 de abril de 2016

Amor y... ¿otras drogas?

Los hombres indecisos, los doubties como yo los llamo, son una raza a parte, mucho peores que los ambiciosos que se acuestan con cualquier cosa con patas. No les obsesionan los hombres o las mujeres, si no la cantidad de ligues que puedan llegar a tener bajo los chats de su Whatsapp. Éste tipo de hombre es considerado el más mortífero, pues campan a sus anchas convirtiendo la ciudad en un safari dónde pueden acariciarte en pleno hábitat natural. Como si no hubiera ya bastantes problemas. Te engatusan, te envuelven entre sus brazos y hacen que te despreocupes de ellos entre halagos y cariños. Pero hay que tener cuidado. Yo, me siento encarcelado entre las garras de mi hombre indeciso. Te remolonean en la oreja, te acarician, pero cuando sale el sol y vuelven a la realidad, desaparecen hasta la noche siguiente dónde tratan de volver a las andadas, pero yo me pregunto: ¿son éstos hombres conscientes de lo que hacen, o somos nosotros, las presas, a los que nos gusta ser masocas? Allí tumbado con él me di cuenta de que por mucho que no nos haga caso, siempre lo tendremos cerca, se preocupará por nosotros, eso sí, siempre que él quiera. ¿Cómo ha cambiado tanto este rol sin que nos diéramos cuenta? 

Ocurre cuando lo único que buscamos, o al menos necesitamos, es cariño, y que por desgracia, aceptamos todo aquello que esté envuelto en corazones de cartón y rosas con olor a traición. Creemos ser invitados a grandes fiestas de baile, pero amigos, olvidaos, incluso Cenicienta sabía que tendría que irse de esa fiesta, sí, o sí. Pero no, seguimos al pie del cañón pues estar ahora soltero significa que te has dado de alta en sitios de citas y has pagado la mensualidad para edarling.com ‘solteros exigentes’ cuando antes solo suponía que nadie te quería. Humillante. Y es por eso que nos arrastramos tras nuestros hombres dudosos y solo pedimos, por favor, que nos dejen libres. Queremos salir de allí, ilesos a poder ser, temiendo su reacción. Sin embargo, siempre es la contraria a la que nos imaginamos. ¿Son las cosas mucho menos complicadas de lo que nos explican los tests de las revistas o simplemente estamos programados para sufrir? 

viernes, 15 de abril de 2016

Sexo en las calles de Madrid.

Esta es la era de la pérdida de la inocencia, nadie desayuna con diamantes y nadie vive romances inolvidables. Más bien desayunamos a las 7 de la mañana y tenemos líos que procuramos olvidar cuanto antes. Ristras de personajes que se cuelan en nuestras vidas para demolerlas o para simplemente modificarlas. Tíos cuyos principios más importantes son ‘sexo seguro’ y ‘las cosas claras’. Chicos, tengo una mala noticia: Cupido ha dejado el nido. En Madrid hay miles, quizás decenas de miles de hombres. Todos conocemos y todos coincidimos en que son maravillosos. Viajan, pagan impuestos, se gastan 400 euros en unas complejas cámaras vintage, y están solos. Es como el enigma de la esfinge, ¿por qué hay tantos hombres solteros estupendos y no encuentran una pareja estable? Aún no lo comprendo, y para tratar de hacerlo cuento con una buena fuente de información, mis amigos.

Cuando tienes 20 años, los hombres controlan las relaciones de pareja de una manera en la que se sienten los líderes de la manada. Se sienten leones dentro de la sabana dispuestos a luchar por un trozo de carne. A esa edad las cartas están echadas y no hay nadie que pueda cambiarlas. Todo hombre, sea heterosexual u homosexual, tiene una regla fundamental, la reproducción. Y es que el mundo se creo con la frase ‘creced y multiplicaos’ y se lo tomaron al pie de la letra. Por lo tanto, ¿está dentro de la biología de los hombres el querer sexo para tener hijos y estar en pareja? Si es así, están escondidos bajo las piedras. Puede que uno de los problemas sea ser tan exigente. Uno ya no se conforma con lo que se le ofrece. Te vuelves más selectivo. Los hombres son como los colores, a cada cual le gusta uno diferente. Los hay altos, bajos, gordos, pobres… pero estos últimos al parecer son igual de desgraciados que los guapos.

En esta ciudad, podría decirse que si eres gay y tienes un buen trabajo puedes hacer dos cosas: darte de cabezazos contra la pared intentando encontrar pareja o decir ‘a la mierda’ y echar un buen polvo como la mayoría hace, dejando los sentimientos a un lado. No obstante, el hombre ha evolucionado. Ha sabido triunfar de entre los escombros, aunque sigue fallando en lo mismo: la búsqueda de la pareja ideal. Pero aquí los hombres ni comen ni dejan comer, no quieren una relación estable contigo, pero si les buscas tan sólo para la cama tampoco les gusta. No funcionan como tendrían que funcionar. Les olvidas. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué pasa con el amor? ¿Para qué es eso? ¿Es posible busquemos, como hacen los demás hombres, sólo el sexo? Tener sexo, implica una súbita sensación de éxtasis por lo que, ¿estaríamos renunciando a nuestros instintos básicos a cambio de poder? ¿Podía ser cierto? ¿Los madrileños estaban renunciando al amor cambiándolo por el poder? Me encanta la idea.