viernes, 15 de abril de 2016

Sexo en las calles de Madrid.

Esta es la era de la pérdida de la inocencia, nadie desayuna con diamantes y nadie vive romances inolvidables. Más bien desayunamos a las 7 de la mañana y tenemos líos que procuramos olvidar cuanto antes. Ristras de personajes que se cuelan en nuestras vidas para demolerlas o para simplemente modificarlas. Tíos cuyos principios más importantes son ‘sexo seguro’ y ‘las cosas claras’. Chicos, tengo una mala noticia: Cupido ha dejado el nido. En Madrid hay miles, quizás decenas de miles de hombres. Todos conocemos y todos coincidimos en que son maravillosos. Viajan, pagan impuestos, se gastan 400 euros en unas complejas cámaras vintage, y están solos. Es como el enigma de la esfinge, ¿por qué hay tantos hombres solteros estupendos y no encuentran una pareja estable? Aún no lo comprendo, y para tratar de hacerlo cuento con una buena fuente de información, mis amigos.

Cuando tienes 20 años, los hombres controlan las relaciones de pareja de una manera en la que se sienten los líderes de la manada. Se sienten leones dentro de la sabana dispuestos a luchar por un trozo de carne. A esa edad las cartas están echadas y no hay nadie que pueda cambiarlas. Todo hombre, sea heterosexual u homosexual, tiene una regla fundamental, la reproducción. Y es que el mundo se creo con la frase ‘creced y multiplicaos’ y se lo tomaron al pie de la letra. Por lo tanto, ¿está dentro de la biología de los hombres el querer sexo para tener hijos y estar en pareja? Si es así, están escondidos bajo las piedras. Puede que uno de los problemas sea ser tan exigente. Uno ya no se conforma con lo que se le ofrece. Te vuelves más selectivo. Los hombres son como los colores, a cada cual le gusta uno diferente. Los hay altos, bajos, gordos, pobres… pero estos últimos al parecer son igual de desgraciados que los guapos.

En esta ciudad, podría decirse que si eres gay y tienes un buen trabajo puedes hacer dos cosas: darte de cabezazos contra la pared intentando encontrar pareja o decir ‘a la mierda’ y echar un buen polvo como la mayoría hace, dejando los sentimientos a un lado. No obstante, el hombre ha evolucionado. Ha sabido triunfar de entre los escombros, aunque sigue fallando en lo mismo: la búsqueda de la pareja ideal. Pero aquí los hombres ni comen ni dejan comer, no quieren una relación estable contigo, pero si les buscas tan sólo para la cama tampoco les gusta. No funcionan como tendrían que funcionar. Les olvidas. ¿Qué ocurre entonces? ¿Qué pasa con el amor? ¿Para qué es eso? ¿Es posible busquemos, como hacen los demás hombres, sólo el sexo? Tener sexo, implica una súbita sensación de éxtasis por lo que, ¿estaríamos renunciando a nuestros instintos básicos a cambio de poder? ¿Podía ser cierto? ¿Los madrileños estaban renunciando al amor cambiándolo por el poder? Me encanta la idea.

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