viernes, 22 de abril de 2016

Amor y... ¿otras drogas?

Los hombres indecisos, los doubties como yo los llamo, son una raza a parte, mucho peores que los ambiciosos que se acuestan con cualquier cosa con patas. No les obsesionan los hombres o las mujeres, si no la cantidad de ligues que puedan llegar a tener bajo los chats de su Whatsapp. Éste tipo de hombre es considerado el más mortífero, pues campan a sus anchas convirtiendo la ciudad en un safari dónde pueden acariciarte en pleno hábitat natural. Como si no hubiera ya bastantes problemas. Te engatusan, te envuelven entre sus brazos y hacen que te despreocupes de ellos entre halagos y cariños. Pero hay que tener cuidado. Yo, me siento encarcelado entre las garras de mi hombre indeciso. Te remolonean en la oreja, te acarician, pero cuando sale el sol y vuelven a la realidad, desaparecen hasta la noche siguiente dónde tratan de volver a las andadas, pero yo me pregunto: ¿son éstos hombres conscientes de lo que hacen, o somos nosotros, las presas, a los que nos gusta ser masocas? Allí tumbado con él me di cuenta de que por mucho que no nos haga caso, siempre lo tendremos cerca, se preocupará por nosotros, eso sí, siempre que él quiera. ¿Cómo ha cambiado tanto este rol sin que nos diéramos cuenta? 

Ocurre cuando lo único que buscamos, o al menos necesitamos, es cariño, y que por desgracia, aceptamos todo aquello que esté envuelto en corazones de cartón y rosas con olor a traición. Creemos ser invitados a grandes fiestas de baile, pero amigos, olvidaos, incluso Cenicienta sabía que tendría que irse de esa fiesta, sí, o sí. Pero no, seguimos al pie del cañón pues estar ahora soltero significa que te has dado de alta en sitios de citas y has pagado la mensualidad para edarling.com ‘solteros exigentes’ cuando antes solo suponía que nadie te quería. Humillante. Y es por eso que nos arrastramos tras nuestros hombres dudosos y solo pedimos, por favor, que nos dejen libres. Queremos salir de allí, ilesos a poder ser, temiendo su reacción. Sin embargo, siempre es la contraria a la que nos imaginamos. ¿Son las cosas mucho menos complicadas de lo que nos explican los tests de las revistas o simplemente estamos programados para sufrir? 

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