jueves, 28 de julio de 2016

Show must go on.

Todo el mundo desea tener un novio. Nos imaginamos como será, como hablará y lo bonito que será compartir la vida, los sueños y el hilo dental contigo. ¿Por qué tan pocos tienen novio? Porque mentimos. No nos comprometemos ni con una planta, ¿cómo vamos a hacerlo con una persona? Pues he aquí la cuestión. He estado unos días rondando por tierras algo más vascas que las mías para dar respuesta a éstas preguntas. Sin embargo, solo he podido encontrar más preguntas. 

Nada más llegué a cierto pueblo norteño adornado de largas guirnaldas de colores, me quedé estupefacto al ver la ingente cantidad de machomen que pasaban por mi lado, completamente apretados entre pantalones blancos. Algo insólito. Pero como mi etapa de "enamorado de heteros" ya la había pasado antes de los dieciséis, los dejé pasar sin más. Así pues, un día más tarde y con los huesos hechos papilla por el sofá tan cómodo de mi amiga, me dispuse a encontrar al amor de mi vida. No sé si es que los leprechauns me escuchan o que... pero allí estaba, entre luces y humo, en lo alto del escenario cantando Disney, el chico más guapo que podía haber visto. Estaba allí puesto para mí, os lo aseguro. Alto, guapo, cachas... 

¡Y CANTANTE DE VERBENA! ¡Qué más podía pedir! 

Aún así, traté de controlarme. Poco a poco me acerqué a la primera fila, con la buena compañía de mi amiga, para que se fijara algo más en mí. Fue inútil. No sé si es que no le llamaba la atención lo suficiente, si mi amiga hacía señales de humo o qué, que ahí estaba él dedicándole todas las canciones a ella. Me di por vencido. Pero tranquilos, esto me duro dos segundos ya que él gran cantante me vio hablando con mi amiga, explicándole claramente que era hetero y se había fijado en ella, cuando me dedicó un guiño, una sonrisa y un gesto que hacia referencia a la pegatina de "Soy Gay, Lesbiana, Transexual, Heterosexual... Soy libre." de las fiestas de este pintoresco pueblo. Solamente podía cuestionarme a mí mismo y preguntarme, ¿será verdad que Disney embauca a los hombres para convertirlos en gays o solamente era un chico tratando de ser amable conmigo sin ninguna razón oculta? Así que ahí estaba yo, plantado contra una verja a escasos metros de este hombre tan atractivo, cegado por la luz de los focos y viéndole bailar y mover las caderas como nadie. Como no podía faltar, a las cuatro de la mañana ya, un poco pedo y con ganas de más, terminó el muchacho su trabajo y fuimos en su busca al backstage. Me dio dos besos (de cerca era aún más guapo si cabía) y creo que no le he dado a nadie dos besos tan cerca de los labios como traté de dárselos a él. Barbita de cuatro días, ojos ambiciosos y un cuerpo que el mismo Dios le había dado para que lo luciera con ganas. JO-DER. Pero volvamos a la realidad un momento y termino de contaros. Hablaba con mi amiga, me miraba, hablaba con mi amiga y volvía a mirarme. Así varias veces hasta que yo no pude morderme la lengua más tiempo. 

.- Oye, entre el nombre de Miriam (mi amiga) y Unai, ¿cuál eliges?
.- Ah, eso es muy fácil, a los dos ja, ja. (No te vas a escapar...)
.- Venga, va. ¿No me vas a contestar de verdad?
.- Sí, sí... no tengo ningún problema. Soy gay, sí.

Fuegos artificiales. Chispas. Elefantes rosas dando tumbos. Todo lo que os podáis imaginar, vaya. Tenía al menos una oportunidad de captar su atención y mira tú por donde... Pero siento decepcionaros, porque el muchacho solo me dijo su nombre para que lo buscara en Facebook, se sacó una foto conmigo y mi amiga y nos dijo que nos dejaba que tenía que descansar. Ni un triste beso que hiciera que sus labios besaran los míos. Fracaso absoluto. Ahora, a pesar de dejar al chico más atractivo de todos abandonado tras una lona negra, me aceptó en Facebook tranquilamente (aunque le haya hablado y no haya recibido respuesta...).

Así que bueno, por lo menos me llevo unas buenas fiestas bien aprovechadas y el recuerdo de ese chico hasta que consiga borrarlo del todo. ¿Tengo una flor negra en el culo que hace que todos los hombres como él me dejen en la estacada o es que soy yo que no sé interpretar las señales de los hombres? ¿Son ellos ahora los complicados o es que realmente no somos capaces de comprometernos? Quién lo sepa que me lo diga.

viernes, 22 de julio de 2016

Ven a jugar conmigo.

Con la gran afluencia de redes sociales mariconiles a nivel mundial (grindr, bendr, growlr, twitter...) ahora es posible conocer a cualquier chico de cualquier parte del mundo. Y lo que es más, algunos se atreven hasta a llevar una "relación": quedan todos los días para hablar por Skype, se envían constantemente mensajes por Whatsapp... ¡¡Internet acorta distancias!!

Yo siempre he pensado que este tipo de relaciones están condenadas al fracaso. Tú, viviendo en Madrid, conoces a un chulazo de Nueva Zelanda, os queréis, os amáis, tenéis conversaciones super profundas. Quedáis cada dos días por el Skype, hacéis vuestro sexo cibernético... ¿y luego? ¿¿Contacto físico?? Por mucho que te puedas aliviar en tu soledad, siempre hace falta no solo un meneo si no también un abrazo de vez en cuando. Para solventar este tema ha surgido otro invento: las aerolineas low cost: Ryanair, Vueling, Easyjet... van llenas de muchachos que esperan conocer al hombre de sus sueños o ya lo están viendo con regularidad.

Una muy buena amiga, algo reacia a los tíos románticos, tuvo una primera relación a distancia,  pero fue... cómo decirlo... poco constructiva. Y lo que comenzó siendo amor pasional se convirtió en agobio marital. Él se obsesionaba constantemente con las preguntas classic: ¿dónde estás? ¿con quién? ¿qué haces? ...  y un largo etcétera que todos conocemos. Terminaron por dejarlo claro está. Sin embargo, y después de que un servidor haya dado su opinión de que las relaciones a distancia son para gente más valiente; debo de decir que ahora mismo tiene otra relación ¿a media distancia? Él es isleño, ella pura vasca, pero se ven durante el curso escolar, luego como pajarillos vuelan a sus respectivos nidos. Como buen amigo que soy, no podía evitar preguntarme ¿debería decirle que su relación no durará más que eso, un año escolar, o hacerle ilusiones y convertir su relación en un cuento de hadas? Sea como fuere, el tiempo me dio un canto en los dientes. Y ahora ellos dos siguen manteniendo una relación feliz y sexualmente muy activa desde hace casi ya dos años. Sí, todo es súper bonito, súper de color rosa, amor, flores y acoiris... pero seamos realistas. Saludemos a lo que se acaban convirtiendo en polvos caros. "Ven tú aquí una mes y luego voy yo", "da igual, me pillo una habitación de hotel", "te he traído esto de regalo porque nos vemos poco..." Y así hasta el final de los tiempos, ahorrando día sí y día también para poder ser felices y comer perdices. ¿Compensa? Según mi amiga, por supuesto. "El amor verdadero no se expresa, se siente." Eso es lo que dicen ellos. Por esa misma razón, en éste páramo tan grande y desolado de comedias románticas, no podía no preguntarme si habrá un amor perdido por ahí como el de ellos para un hombre que tiene un mejor control sobre sus habilidades motoras que Katherine Heigl.

De todos modos amigos, a día de hoy solo me puedo imaginar viajando de un lugar a otro no para buscar al amor de mi vida, si no para ver con mi Pokemon GO qué animalejos me esperan por otros lares que no sean madrileños.

martes, 5 de julio de 2016

Por un beso.

Después de haber estado durante una semana sintiéndome orgulloso de lo que soy, he vuelto a caer en la realidad. Encontré la manera de respirar en un ambiente en el que los osos no andan a cuatro patas (o sí), que hay otros que se lanzan a la piscina y no usan ropa interior y otros que simplemente, son sencillos hombres que te encuentras y deciden besarte. De entre toda la fauna que me podía haber encontrado en Madrid esas cinco noches de Orgullo Gay, han sido tres los chicos con los que me quedo. Cada uno, más diferente que el anterior y es que no podía evitar preguntarme si aquello era normal o cada uno tenemos un estereotipo que queremos, y muchas veces necesitamos cumplir. 

El primer día, me encontré con Dani*. Fue algo esporádico y poco previsto. Una unión entre dos chicos que estaba guiada por el alcohol. Ambos dos nos dimos un beso que, amigos, debo admitir que no voy a olvidar. Menudos labios tenía el cabrón. Dani se convertiría en un asiduo whatsapp durante todas las fiestas. Un chico sencillo, algo más afeminado pero que quiso mi teléfono fuera como fuese. Por lo que, ya que el mío estaba apagado, se lo di a su amiga. Fue en ese momento cuando su subconsciente le falló y me hizo creer que quería verme más, pues me dijo: más te vale que sea tu verdadero número, capullo. No sé si será ese aspecto de chico malo o qué lo que nos atrae a todos nosotros, y también nosotras, pero él lo tenía y era digno de saborearlo. Así pues hablamos todos los días intentando quedar antes de que me fuera a Vitoria, mi ciudad de toda la vida. Pero fue un fracaso absoluto, el no estaba por la labor y yo menos de perder el tiempo, así que el destino acudió a mí y a mis amigas para darles la razón; hizo que todas las noches sobre la misma hora se me apagara el teléfono, cansado de escuchar un; Joder, quiero verte, pero no sé. Amigos, ahí es cuando debéis acudir a la mejor consejera de todas, que no es Oprah, si no vuestras amigas. No paraban de preguntarme si merecía la pena o no pero yo no podía dejar de repetirme ¿somos nosotros unos masocas que buscamos a cualquiera y nos ilusionamos tan rápido, o simplemente podemos dejar pasar estos líos de verano más rápido que una foto de Snapchat? Ese mismo día, coincidí con Pablo, un chico de lo más natural y que me dejó enganchado hasta el último día que le vi. Todo el mundo le conocía y aún no sé por qué. Supongo que todo quedará en el olvido, pues no daba su teléfono a nadie, y no sé nada más de él.

El quinto día, me encontré con Adrián*. Aquel si que fue un chico que me dejo un poco tocado y hundido. Mira que no creo en los accidentes a simple vista, pero no sé que me pasó con él. No era para nada alguien en el que me fijaría si no hubiera estado sentado en el portal de mi amiga, a la que adoro y me hacía esperar al momento exacto para ir a tomarnos un buen cóctel. Así que allí estaba él, con sus sandalias de David Delfín, desgastadas ya del uso y una camisa que dejaba entrever el pelo en pecho de un hombre desarrollado. No sé ni cómo ni en que momento, pero gracias a mi amiga, terminamos los dos contra la puerta de su portal enrollándonos como si no hubiera un mañana. Me exigió mi teléfono, apagado como siempre, para hablar conmigo. Me prometió que volvería, que iba a estudiar en Madrid el año que viene y que todo era verdad, pues su hermana ya vivía aquí en Madrid. No obstante, cómo puedo ser tan iluso de creérmelo. Que sí, que comenzaremos hablando mucho, nos prometeremos la Luna, pero poco a poco nos olvidaremos y nuestra conversación acabará en el fondo de la lista de contactos. Esa es la manera que tiene Whatsapp de decirnos que esa persona nos ha olvidado. Así que no sé si será verdad o mentira, y de camino a casa me preguntaba repetidamente si podría tener razón, si de aquí saldría algo mágico o quizás no, que mi amiga lo había aprobado y eso me hacía feliz pero, ¿necesitamos sentirnos queridos porque los demás nos lo dicen o por que realmente necesitamos sentirnos así? No sé si por casualidades de la vida, o por la cachondo que me había dejado Adrián, me encontré con el vecino de mi amiga, Fran*. Un tío de armas tomar que había experimentado su crisis de los cuarenta estando ahora en Madrid y buscándose a cualquier chico de veintipocos años para follárselo en su cama de dos por dos. Si algo tenía Fran era que era completamente sincero. Supo halagarme con caricias, palabras y gestos; hasta llegar el punto en el que le sobe soberanamente frente al Hotel Oscar. 

Sin embargo, tras todos estos enfoques de tíos completamente distintos, de superación de agobios ilimitados a las tantas de la noche, de exigencias de besos y abrazos cuando no lo son necesarios, hay algo que como siempre, no me falló y es que prefiero mil veces conocer a chicos de pasada bien acompañado por una buena y fabulosa amiga que me los quite de calle. Sí, puedo ser un idiota y no haber disfrutado de estas fiestas tanto como podría haberlo hecho, es más, ¿somos personas dispuestas a conocer a otras personas y pasar un buen rato o solamente somos adictos a los enamoramientos fugaces? Puede que algún día consiga responder a esa pregunta. Hasta entonces, tendré que esperar al siguiente Orgullo para demostrármelo.


*Nombre cambiado para proteger al verdadero inocente.