viernes, 10 de marzo de 2017

#F90303

Sorpresa: Acción y efecto de sorprender. Sorprender: Coger a alguien desprevenido. Conmover, suspender o maravillar con algo imprevisto, raro o incomprensible. Odio estas definiciones, a quien las escribió y a las sorpresas. Alguien me dijo una vez que tuviera cuidado con las sopresas, por que detrás de ellas siempre se escondía la verdad. La sorpresa y la verdad tienen algo en común, no estamos preparados para ninguna de las dos. Pero eso, ¿siempre tiene que ser malo? Hay sorpresas que son como bombas a punto de estallar y su honda expansiva alcanzaría lugares que ni siquiera nos imaginamos. Sin embargo, a veces, no hay nada tan grande ni tan excitante que la incertidumbre ante lo que nos espera. Además, ¿saber algo de antemano, puede ahorrarnos algún dolor?

Los sábados por la noche, los pequeños bares de Madrid se llenan de hordas de mujeres y hombres solteros que se aglutinan en espacios tórridos y estrechos con la esperanza de llegar a su objetivo final; encontrar una pareja, o al menos comer algo caliente de camino. Muchas de mis amigas se negaban a admitir que la meta final de la noche sería acabar entre las sábanas de algún tío inmaduro incapaz de mantener una conversación que no fuera fútbol y tetas. Sin embargo, las vistas dejaban mucho que desear. Apenas se podía apreciar un buen partido entre la calle Pelayo y la calle San Bartolomé... hasta que di con Carlos.

Carlos era como una buena hamburguesa recién salida del horno, capaz de llenarte por dentro y hacer que se te caiga la baba cada vez que lo ves. Mi amiga y yo no le conocíamos de nada, pero veinte minutos y una tortilla después, Hairspray y Romeo y Julieta se habían convertido en los protagonistas de la noche. Y así pasaron las horas a su lado, entre cigarros, cervezas y números de teléfono, pero sin ningún beso. Y yo me quedé allí, vestido de ángel, descompuesto por un hombre que quería conquistarme y que ahora espera al destino a que nos reúna de nuevo.

Pero una cosa os digo, y es que estoy dispuesto a perder esta oportunidad, y por qué no, empezar por un WhatsApp y quién sabe...


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