viernes, 17 de marzo de 2017

Draco dormines nunquam titilandus.

No hay nada tan satisfactorio como el primer sobro a un vaso de café por la mañana. Salvo un buen café mañanero después de una agitada noche de fiesta. Todo te resulta nuevo, todo es interesante, todo son preámbulos. Hasta una visita al bar de la esquina de tu barrio puede ser excitante. 

Anoche mi amiga me llevó a D'Mystic un sitio caliente con bebidas frías. Allí conocimos a un camarero que que superaba totalmente las expectativas sexuales que podía imaginar tener con él esa noche. Como hombres solteros e inteligentes, todos sabemos que no podemos esperar la perfección, pero la vida nos sigue engañando. Puede que a partir de cierta hora de la noche, no debiéramos hablar de citas si no de sexo salvaje tras la puerta del baño trasero. Pero bueno, allí estábamos todos reunidos, al rededor de una botella de vino blanco, adornado con gominolas y servido por uno de los camareros más atractivos, jóvenes y amables que había visto jamás. Los sábados por la noche, los pequeños bares de Madrid se llenan de ordas de mujeres y hombres solteros que se aglutinan en espacios tórridos y estrechos con la esperanza de llegar a su objetivo final; encontrar una pareja, o al menos comer algo caliente de camino, y yo no iba a ser menos. Mi fiel amiga y yo íbamos preparados para lo que se nos echaba encima, y no era otra cosa que un joven de acento andaluz enfundado en camisa azul. Atento cuanto menos, nos pregunto el por qué de nuestra celebración y aquí es donde comenzó la guerra entre chico gay y amiga hetero. Miradas a una, preguntas a otro, roces inesperados... Visto el esfuerzo no recompensado, y ya que íbamos dos a cero, me pareció que el 2x1 era buena idea. Me levanté de mi sitio, algo tocado ya por alguna copa de vino blanco de más y le pregunté directamente.

.- ¿Tienes novia?
.- (Sonríe) No...
.- ¿Y novio?

(Tiempo para pausa dramática)

.- Ah, eso sí. (Sonriendo) Es el camarero más guapo de PK2, si vas pregúntale por mí. Que ya llevamos seis meses viviendo juntos. 

Mi amiga, esperando con gran expectación la respuesta del muchacho, solo consiguió que yo me riera por lo que me había dicho. Una retirada a tiempo es una victoria, pero no sé hasta qué punto fue aquello una retirada por mi parte o por la suya, que me hecho de la guerra antes de haberla empezado.  Es posible que jamás pudiera ver los brazos tatuados y fuertes de ese chico andaluz fuera de una camisa azul, pero os digo una cosa, nunca antes me había sentido tan vivo. 


viernes, 10 de marzo de 2017

#F90303

Sorpresa: Acción y efecto de sorprender. Sorprender: Coger a alguien desprevenido. Conmover, suspender o maravillar con algo imprevisto, raro o incomprensible. Odio estas definiciones, a quien las escribió y a las sorpresas. Alguien me dijo una vez que tuviera cuidado con las sopresas, por que detrás de ellas siempre se escondía la verdad. La sorpresa y la verdad tienen algo en común, no estamos preparados para ninguna de las dos. Pero eso, ¿siempre tiene que ser malo? Hay sorpresas que son como bombas a punto de estallar y su honda expansiva alcanzaría lugares que ni siquiera nos imaginamos. Sin embargo, a veces, no hay nada tan grande ni tan excitante que la incertidumbre ante lo que nos espera. Además, ¿saber algo de antemano, puede ahorrarnos algún dolor?

Los sábados por la noche, los pequeños bares de Madrid se llenan de hordas de mujeres y hombres solteros que se aglutinan en espacios tórridos y estrechos con la esperanza de llegar a su objetivo final; encontrar una pareja, o al menos comer algo caliente de camino. Muchas de mis amigas se negaban a admitir que la meta final de la noche sería acabar entre las sábanas de algún tío inmaduro incapaz de mantener una conversación que no fuera fútbol y tetas. Sin embargo, las vistas dejaban mucho que desear. Apenas se podía apreciar un buen partido entre la calle Pelayo y la calle San Bartolomé... hasta que di con Carlos.

Carlos era como una buena hamburguesa recién salida del horno, capaz de llenarte por dentro y hacer que se te caiga la baba cada vez que lo ves. Mi amiga y yo no le conocíamos de nada, pero veinte minutos y una tortilla después, Hairspray y Romeo y Julieta se habían convertido en los protagonistas de la noche. Y así pasaron las horas a su lado, entre cigarros, cervezas y números de teléfono, pero sin ningún beso. Y yo me quedé allí, vestido de ángel, descompuesto por un hombre que quería conquistarme y que ahora espera al destino a que nos reúna de nuevo.

Pero una cosa os digo, y es que estoy dispuesto a perder esta oportunidad, y por qué no, empezar por un WhatsApp y quién sabe...