lunes, 24 de abril de 2017

Con luces de neón.

Me he metido en un berenjenal...

Hoy lo he reflexionando con mi almohada. Hoy es una de esas noches en las que tenía ganas de dormir, me quito el pijama, apago la luz y me meto a la cama. Suspiro y cierro los ojos para empezar a ver como mi cerebro asimila la información que he recibido hoy. Pero no puedo. Hay algo, o alguien, que me lo impedía. Los nervios pasan a través de mi por el estómago, y sobre todo su sonrisa. Y ahí está él (para variar), de nuevo. Frente a mi. Y es entonces, mirando las manchas del techo, sin rumbo, cuando me pregunto por qué cojones no puede salir de mi cabeza de una vez si solo somos amigos y nada más. 

Pues porque le recuerdas, aunque solo lo hayas visto un segundo, y porque ver sus fotos hace que aumenta tu felicidad. 

¿Y si declaro que me gusta alguien? Joder. Mira que estaba bien viviendo como vivía, disfrutando de los momentos día a día y viene este tío, se me planta delante y me desmonta todo por lo que yo había trabajado. Los que me conocen saben de lo que hablo y si no, ya os digo que soy el idiota de antes que vivía en su burbuja, sin ver más allá. Y es que le miro y solo veo las cosas que me dice, los planes que quiere que hagamos juntos.... ¡Qué tío en su sano juicio quiere ver King Cobra con un amigo sin que pase nada! Ahí es cuando yo me pregunto, ¿somos conscientes de lo que hacemos o decimos o hasta que punto nos hacemos los tontos y no nos damos cuenta? Alucino. Luego el problema está en que no pueda quedar, que claro... cómo se supone que uno va a intentar tener algo con alguien, aunque sea un beso de un día y no más, si siempre hay algo que tiene que hacer. ¿En qué momento las quedadas, que ya no citas, han convertido a los hombres en problemáticos... o mejor dicho en el problema?

Y claro después viene el típico síndrome de la desesperada, que todos hacemos y que pensé que jamás haría; coges el móvil y empiezas a mirar su perfil que esta lleno de fotos y no puedes parar de susurrar: Jo, que guapo es. ERROR. Cuando el síndrome de la desesperada se adueña de ti ya no hay quien lo pare. Aún así eso no significa que tenga que decirle adiós a las oportunidades que creo que pueda tener, y que, hasta que no las descarte, no desaparecerán, ¿verdad? Total, que dejo el móvil, me doy la vuelta y de nuevo a pensar. Ves que tu no eres nada del otro mundo, y él pensará que tampoco, pero para ti, sí que lo es. Muchos te ven actuar de esa manera y te preguntan: Aun no le conoces y ¿ya te has enamorado? Bien aquí ya me cabreo y a esos les contesto: No, pero lo que no voy a negar es que, me gusta, y sobre todo que es especial. 

Mierda.

Definitivamente, me gusta. Aunque sea solo un poquito. Aunque solo sea por los abrazos mañaneros. Por los dibujos inesperados, por los besos de agradecimiento y sobre todo, por las caricias a la sombra de una película. Hoy es una de esas noches en las que piensas en los demás y decides que empiezas a vivir tú vida y a querer compartirla con alguien más que tus amigos.